martes, 3 de septiembre de 2013

Eras mío

Eras mío sin fin,
predestinado.
Fatal, oscuro y triste, melancólico.
En un día, no sé, de marzo antiguo
alguien se dio a nacerte para mí.
Maduraste, café con nicotina,
consabido planeta del oeste,
con rencores de atrás
y con palabras;
con amigos, con mesas, con alcoholes,
con esquinas amargas y muchachas.
Te creciste de a poco,
lentamente,
tan lentamente al fin para esperarme
con un dios que cabalgaba en tus espaldas
y un cuchillo con hambre entre las piernas.
Después, hay un después con gusto a sangre,
con gusto a crimen puro que florece,
que se cumple de umbral y cementerio
y que dice que sí pero se calla.
Lo importante es decirte que eras mío,
que esa cosa, cuchara, hueso, harina
con que hicieron tu carne y la encendieron
estaba destinada., condenada,
castigo, gloria, luz, fardo de llanto,
engranaje de piel, cabellos, dientes,
cruz y desvelo desde tu ceniza.
Lo importante es banal y obligatorio,
escritura de dios para nosotros,
lenguaje irracional y esclavizante,
signo en el aire puesto de los aires.
Lo importante es decirte que eras mío
y qué inútil fugarse,
qué desierto,
qué blanco espacio muerto es el que encuentras
si abandonas mi vientre,
si te ahuyentas,
si te arrancas las uñas, si te muerdes
el desamor furioso de los solos.
Hoy se acaba la tarde y te abandono.
No sé si lloraremos,
no sé si con un dardo de sol envenenado
me mataré de espaldas a la calle.
No sé si con mi muerte te someto,
si prolongo el castigo,
si te amo.
Pero sé que eras mío, que naciste
por una noche allá en un marzo antiguo
para enterrarte en mí definitivo
eternamente en mí.
Sin salvación.


Nira Etchenique